Artículo publicado en Revista Fertilizar Nº 14 año 2010
Autores: Alberto Quiroga1; Ileana Frasier1; Aníbal Pordomingo1; Romina Fernández1; Jorge Garay2 1 EEA INTA Anguil 2 EEA INTA San Luis
Introducción: En el país, los verdeos de invierno tienen una gran importancia económica por ser la principal fuente de forraje durante el otoño e invierno. Anualmente se implantan alrededor de 3.600.000 ha que representan el 24% de la superficie total sembrada con pasturas perennes y anuales, y un 61% de los verdeos anuales (Tomaso, 1998). Si bien en la Región Sub húmeda la superficie de verdeos de uso forrajero ha disminuido (Tabla 1) debido al avance de la agricultura sobre la ganadería, por otra parte resulta creciente la inclusión de cereales de invierno como cultivos de cobertura en planteos de agricultura continua. Merced a los trabajos de mejoramiento genético, se ha logrado incrementar en forma considerable la productividad de los verdeos, sobre todo en los últimos diez años. Las nuevas variedades poseen un elevado potencial de rendimiento, un excelente rebrote, elevada resistencia a heladas, un mejor comportamiento a sequía y una mayor amplitud en el periodo de pastoreo y mejor sanidad. No obstante estos esfuerzos, Gonella (1998) señala que el resultado global de la producción de carne depende, no sólo de las herramientas tecnológicas de producción de forraje (material genético, laboreo del suelo, fertilización, etc.), sino también de la eficiencia de cosecha del forraje producido mediante la regulación de la carga animal y de las presiones de pastoreo entre otros. Sin embargo, en muchos casos la baja eficiencia en la producción de forraje resulta la principal limitante de la producción de carne. Al respecto, durante el III Congreso Nacional de Trigo y Cereales menores (1994), se destacó la necesidad de aumentar la productividad de los verdeos, considerando que en promedio los productores obtienen tan solo un 40% del potencial productivo de avenas y centenos. Comprobándose además alta variabilidad en la producción de forraje entre lotes y años. Este aspecto resulta particularmente crítico por tratarse de la base forrajera de parte del otoño y del invierno. Si bien la investigación ha posibilitado el desarrollo de métodos diagnósticos que contienen niveles críticos de los principales factores condicionantes, la brecha entre potenciales y lo producido se mantiene. Principalmente porque las regiones semiárida y subhúmeda han experimentado importantes cambios en las secuencias de cultivos durante los últimos 15 años. La clásica rotación de 4 años de pasturas con base alfalfa y 4 años de cultivos anuales que mantenía cierto equilibrio aparente en los contenidos de materia orgánica y propiedades físicas de los suelos se ha modificado sustancialmente. La agricultura no sólo ocupa una mayor superficie, sino que además, ocupa actualmente suelos de mayor potencial productivo. La tendencia es hacia una agricultura de verano (soja, girasol, maíz) con una fuerte reducción de los cereales de invierno y de las gramíneas en la rotación. Los verdeos de invierno no sólo están condicionados por siembras más tardías (antecesores cultivos de verano) sino que además los contenidos de agua útil a la siembra resultan entre 60 y 100 mm inferiores a cuando se los establecía sobre antecesor trigo. En estas condiciones algunos materiales de crecimiento temprano (ej. centeno Quehué) reducen significativamente su producción y período de aprovechamiento además de resultar más aleatoria y poco probable la respuesta a la fertilización. El objetivo de trabajo de los últimos 10 años se centró en identificar los principales factores que condicionan la productividad y calidad de los verdeos de invierno, estableciendo en lo posible un orden jerárquico y niveles críticos en los mismos que no solo permita definir estrategias de manejo y uso, sino conocer además las implicancias que los cambios en los sistemas mixtos de producción tendrán sobre la producción ganadera. En los últimos 5 años se conducen estudios tendientes a evaluar la factibilidad de incluir cereales de invierno como cultivos de cobertura y desarrollar tecnología para la implementación de los mismos. A continuación se muestran resultados de los principales estudios relacionados con la problemática planteada y que permiten inferir algunos aspectos del futuro de la ganadería y de los cereales de invierno en la región.