Artículo publicado en la Revista Fertilizar Nº31 año 2015
Autor: Diego J. Cosentino
Introducción: Las Naciones Unidas, el ente internacional más importante a nivel planetario, a través de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), decretaron al 2015 como “El Año Internacional de los Suelos” y al 5 de diciembre como el “Día Internacional de los Suelos”. Esto significa básicamente que 193 países se pusieron de acuerdo en prestarle atención al Suelo. ¿Por qué? La función más ampliamente conocida de los suelos es la de ser la base de la producción de alimentos. Los productores saben muy bien que el Suelo es el medio en el cual las plantas se desarrollan. Por lo tanto su fuente de ingresos. Sin embargo, hay algunas funciones no tan evidentes pero de similar impacto a nivel global que pueden verse resumidas en la figura 1. Es claro que en la medida que los humanos nos concentramos cada vez más en las ciudades, siendo un histórico y grave problema de nuestro país, tendemos a desnaturalizarnos y perder contacto frecuente y directo con el suelo. Quizás por ello gran parte de la población no se sensibiliza con algunas funciones muy trascendentes del suelo como el mantenimiento de la biodiversidad o la seguridad alimentaria. O quizás por el hecho de que a diferencia del agua que la bebemos o del aire que lo incorporamos directamente a nuestros pulmones, al suelo no lo “sentimos” como algo tan trascendente, total allí está, por todos lados y en cantidad, y siempre estará (dicen). Pero el cambio climático lo sentimos todos y fuerte. Y por ello tiene tanta trascendencia y publicidad a nivel mundial y se han acordado acciones internacionales conjuntas para intentar mitigarlo. Sin embargo, lo que no tiene mega eventos internacionales es el Suelo pese a que se encuentra necesariamente en el camino de los desafíos globales de atenuación del cambio climático, de la adaptación a este cambio y de la seguridad alimentaria.