Con la conclusión del 3º Congreso Argentina de Girasol organizado por ASAGIR el 1º de junio pasado, el taller coordinado por el Dr. Martín Díaz Zorita puso en blanco sobre negro los últimos avances sobre nutrición mineral y fertilización del girasol. Específicamente tuvo como objetivos: Actualizar y discutir del estado de situación del conocimiento de la nutrición mineral y fertilización de girasol y de su aplicación en planteos actuales de producción del cultivo.
La incorporación de nuevas áreas de producción de girasol resultado de la expansión de toda la frontera agropecuaria hacia el norte y sobre todo hacia el oeste para el caso de girasol, ha generado nuevas demandas de tecnología de cultivo y en particular de manejo de nutrición por fertilización. Se evidencia además un creciente uso de fertilizantes, mayor superficie bajo siembra directa.
El sistema tecnológico nacional trabaja activamente en la resolución de estas demandas. En la región semiárida pampeada hay estudios en marcha para la identificación de factores ambientales limitantes en nuevas áreas de producción (agua x nitrógeno x manejo en la Reg. Semiárida Pampeana). Se destaca además la mejora en la conformación de redes de trabajo, que involucran a distintas organizaciones del tercer nivel, asociaciones por cadenas con el apoyo de empresas y entidades de gobierno. Un ejemplo de ello es la conformación de una asociación para promoción de la Siembra directa especifica para girasol
Los principales ya identificados: Nitrógeno Fósforo y Boro
El Fósforo, al igual que todos los cultivos, y por extensión, todos los seres vivos, es un nutriente esencial, del que en términos de magnitud se extraen: 5 kg de elemento por t de grano. No hay buenos indicadores de uso de fertilizantes en el cultivo que permitan realizar balances entre lo exportado y lo que se repone por fertilización
Tiene una función muy importante en la promoción del desarrollo de raíces, lo que resulta en una mayor tasa de implantación, mejora la tolerancia a las sequías, etc. Su forma química implica una escasa movilidad en el suelo, se absorbe por difusión, y en general se aplica localizado en bandas incorporadas, y recomendándose la incorporación en profundidad. Por otra parte las aplicaciones en la línea de siembra presentan algún riesgo de fitotoxicidad, proporcional al contenido de N en la mezcla o al estado de humedad que afecta el efecto del índice salino de otros minerales en la formulación del fertilizante.
Como indicador de diagnóstico para realizar recomendaciones fertilización, se esperan respuestas económicas cuando el valor de P disponible (medido por Bray 1) sea entre 8 y 10 ppm o menor. Este valor necesita ajustarse para cultivos en SD y en cultivos con potencial para una alta producción.
Nitrógeno
Este nutriente es el motor principal del rendimiento, junto con el agua y la luz solar. La especie requiere casi 10 veces mas N que P: 41 kg de N por cada t de grano producido. El N es el principal responsable de la regulación del área foliar, desde su formación hasta el mantenimiento del área fotosintéticamente activa después de la floración, responsable entonces nada menos que de la eficiencia de uso de la radiación.
En su forma química de nitratos (N-NO3), tiene una gran movilidad y se absorbe por flujo masal. Esto le da gran flexibilidad en el momento de la aplicación, pero también por la interacción con los factores climáticos como agua disponible y radiación solar, mucha variabilidad en las respuestas a la fertilización nitrogenada. La compleja interacción, además, entre agua, textura del suelo y materia orgánica, longitud y tipo de barbecho, cobertura de rastrojos, etc., condiciona la cantidad de N entregada por el suelo y por lo tanto las respuestas.
Los principales indicadores de necesidad de fertilización nitrogenada son: 1) el N disponible en el suelo, medido como nivel de N-NO3 en los primeros 30 cm en el estadio de V-6; y 2) el N disponible en la planta, medido como concentración de nitratos en el pecíolo en estadios entre V4 y V6.
Los resultados de fertilización nitrogenada en la red de investigación entre ASAGIR-INTA, en un promedio de 24 sitios experimentales, estimaron el aumento posible de rendimiento de grano en 2.17 q/ha con el 1er. nivel de N (40 kg/ha) y 2.93 q/ha con el doble de dosis. Resultando así una respuesta promedio de 3.7 kg de grano por kg de N aplicado. No hay determinadas en este grupo diferencias de respuestas entre sistemas convencionales y siembra directa. Aparentemente, en Siembra directa, esta respuesta es mayor al aumentar la productividad media del sitio, (Figura 1 ).
Pero más allá de que la magnitud de la respuesta pueda ser interesante económicamente, lo importante es verificar cual es la probabilidad de obtenla, es decir, cual es la frecuencia de tener resultados positivos con 40 kg/ha de N aplicado. En la figura 2, se observa que esta frecuencia es mayor en suelos más arenosos con menos MO. No obstante aun se verifica que un 37 % de los casos no se obtienen respuestas, lo que genera dudas a los productores a la hora de elegir fertilizar o no. , y ameritan la continua investigación de métodos de diagnostico.
La concentración de NO3 en los pecíolos es una de las herramientas que permiten diagnosticar la necesidad de aplicaciones de nitrógeno después de la emergencia. Investigadores independientes, en áreas girasoleras del oeste y del sudeste de Buenos Aires, coincidieron en determinar el valor de 0,3 % (o 3000 ppm) de nitratos en los pecíolos como valor crítico que separa poblaciones que responden al N de las que no. Los valores de concentración de nitratos muestran, además, un ajuste positivo y significativo con el N disponible en el suelo. Se confirma así, por la repetibilidad de estos resultados, una herramienta de diagnóstico que ayuda en la toma de decisiones. No obstante sería conveniente evaluarla en nuevas áreas y condiciones de producción.
Con referencia al manejo del N, se presenta al productor la opción de fertilizar a la siembra, en estadio de V-4/V-6, o en ambos. Al igual que ocurre con el maíz, es difícil demostrar la conveniencia de cada uno en todas las situaciones de clima y manejo. Es difícil pronosticar el clima, entonces, una aplicación a la siembra permite simplificar la decisión, pero arriesgar algo si las condiciones climáticas no son las mejores después. Por otra parte dejar todo para el estadio vegetativo, arriesgaríamos hacer sufrir alguna temporaria deficiencia de N al cultivo, que después no podríamos compensar, pero seguramente tomaríamos la decisión de fertilizar con mas información sobre el potencial de respuesta. Finalmente, dividir las aplicaciones quizás nos dé el mejor resultado agronómico pero con un doble costo de aplicación. La figura 3 ejemplifica estas situaciones para escenarios con y sin remoción profunda del suelo. La decisión última será del productor, pero evidentemente cualquiera de las opciones es mejor que no fertilizar.
Boro
El Boro es el micronutriente mas conocido por su deficiencia en la región pampeada junto con el zinc ((Ver artículo en esta edición). Es necesario para la división celular, y su ausencia o disponibilidad limitada provoca anormalidades en el desarrollo y en la expansión de los cotiledones y raíces, deformación de hojas, mal llenado de granos, rotura de tallos y caída de capítulos.
La disponibilidad de B del suelo varía según el estado hídrico ya que entra en la planta por flujo masal. Normalmente se espera que su disponibilidad sea menor en suelos arenosos y con bajos niveles de materia orgánica. Como ocurre con otros nutrientes, es posible realizar aplicaciones correctivas y como con otros micronutrientes, es más práctico corregir su deficiencia por aplicaciones foliares de productos especialmente formulados al efecto.
La respuesta a estas aplicaciones estará en función de la disponibilidad en el suelo, es decir, las mejores respuestas se obtendrán en suelas más deficientes. Muy ilustrativos son los datos presentados por el Ing. Parra, en el Norte de Santa Fe, que relacionó as respuestas en aquenios y materia grasa a tres niveles de disponibilidad de B en el suelo (Tabla 1).
Esta relación entre las respuestas y los niveles de B en el suelo ya fue determinados por Díaz Zorita en 2002, destacando la posibilidad de utilizar los análisis de suelo para diagnosticar las necesidades de fertilización con B.
Modelo general de manejo de la fertilización de girasol
La figura siguiente muestra un esquema cronológico de las decisiones para realizar el programa de fertilización del cultivo. En ella se muestran los momentos de definición de los componentes de rendimiento vinculando así las decisiones de fertilización con los distintos nutrientes comentados sobre el efecto más directo.
El esquema adjunto, elaborado por Díaz Zorita, Duarte y Asociados (2003) ilustra el proceso de selección de criterios para la selección de lotes a fertilizar en la Región Semiárida Pampeana.
Consideraciones finales
El taller resumió las conclusiones en los siguientes puntos.
• Integración con otros equipos temáticos para el desarrollo de sistemas de producción de alta producción (Ej. Red de cultivares con modelos de alta nutrición).
• Intensificación de modelos de diagnóstico, recomendación y manejo de fertilización con fósforo y con nitrógeno considerando rendimientos objetivos según regiones de producción.
• Evaluaciones de manejo eficiente de N (momento) y de B (momento, formulaciones).
• Exploración de otros nutrientes deficitarios en ambientes de alta producción o en relación con la calidad de la producción (S, KCl, etc.).
• Generación y comunicación de información en nuevas áreas productivas. (Ej. Foro coord. Ac.C.Fertilizar-INPOFOS-AACS)