FERTILIZAR Asociación Civil organizó un desayuno de prensa virtual donde analizó el contexto actual de la fertilización de este cultivo y las oportunidades para maximizar rendimientos, logrando más eficiencia y ganando en productividad. Así como también se plantearon los mitos que existen respecto a la respuesta de la nutrición en soja.Cuestiones que van desde “fertilizar o no el cultivo” a las ecuaciones económicas.También afirmaron que actualmente la deficiente nutrición en soja limita en un 15% los rendimientos.

Buenos Aires, octubre de 2020. Bajo la consigna “Reconstruyendo la soja con nutrientes”, FERTILIZAR Asociación Civil (AC), entidad cuyo objetivo es promover en todo el país el uso racional de fertilizantes y la conservación del recurso suelo, realizó un desayuno de prensa virtual en el que los referentes de la institución y un productor y asesor invitado, hablaron sobre el impacto de la fertilización en la productividad de la
soja.
En Argentina, la soja se fertiliza con dosis bajas, en parte, porque a la aplicación de nutrientes en este cultivo la rodean algunos “mitos”, los cuales fueron abordados por FERTILZAR AC en este encuentro virtual. “Son conocimientos antiguos y que no permiten avanzar en un mejor tratamiento del cultivo”, dijo el presidente de la entidad, Jorge Bassi, y desarrolló “Los 7 mitos de la fertilización de soja”.
El primero, “La soja no responde a la fertilización nitrogenada”. Esta premisa es verdadera, ya que “la disponibilidad de nitrógeno (N) en el suelo inhibe la actividad de los nódulos y es por esa razón que se desestima la incorporación de N a través de fertilizantes”. Sin embargo, Bassi apuntó que se trata de “una verdad relativa”, porque
la nutrición nitrogenada del cultivo depende de la FBN (inoculación). “La soja requiere de N y es a través de la inoculación que debemos garantizar ese nutriente indispensable”.
El segundo mito, “La soja no responde a la fertilización fosfatada”. Esto es falso, “si falta fósforo en el suelo, se limita el rendimiento”, dijo Bassi. Por el contrario, afirmó que “hay respuestas, bastante generalizadas ya, a la fertilización fosfatada superiores en algunos casos, al 20% en rendimientos”.
El tercero, “El Azufre (S) y los micronutrientes no son necesarios”. Esto también es falso, ya que “al igual que las gramíneas, la soja requiere de un balance de nutrientes y las evidencias actuales indican importantes respuestas a la fertilización con S, y a los micronutrientes Zinc (Zn) y al boro (B)”.
El cuarto, “No vale la pena fertilizar la soja con antecesor maíz”. Esto no es así. “La soja necesita un nivel de nutrientes para optimizar rindes. Sin dudas la rotación con maíz es saludable ya que permite balancear un nutriente como el carbono (C), pero claramente esto no es suficiente para maximizar el rendimiento en soja. Es fundamental cubrir los requerimientos de los nutrientes mencionados y es difícil lograrlo sin fertilizar la soja”. El presidente de Fertilizar enfatizó que “no es el antecesor, es el diagnóstico de suelo el que indica el nivel de nutriente a aplicar”.
El quinto mito, “Fertilizar soja en campo alquilado no tiene repago”. Falso. “Se puede lograr un repago más que interesante en el mismo año de la fertilización”. El consejo es el mismo del caso anterior, tener un diagnóstico del lote y concretar una fertilización balanceada y con la suficiente disponibilidad de nutrientes.
El anteúltimo y sexto, “Fertilizar con dosis bajas es más eficiente”. “Es el mito más desafiante que nos toca derribar porque el productor de Argentina se ha quedado en la aplicación de dosis bajas”. Hay una mala interpretación de la eficiencia, ya que analizamos la mitad del concepto “producimos más kilos de soja por unidad de nutriente”, pero nos olvidamos de analizar la otra mitad del concepto que es que “producimos pocos kilos de soja porque faltó más nutriente”. “Se debe comprender muy bien el concepto cuando hablamos de eficiencias ya que, hasta la sustentabilidad del sistema debe estar considerada dentro de la eficiencia”, dijo Bassi.
El último mito, “La nutrición de soja limita la producción de soja en Argentina”. Esto es verdadero. “La limitante nutricional es hoy la más importante”. La red de FERTILIZAR AC en campo de productores muestra evidencia de limitaciones al rendimiento de un 15% en promedio. Bassi describió que esta Red donde se comparan diferentes sistemas, el manejo que hace el productor promedio logra resultados más cercanos al testigo sin fertilizantes que a los que lograríamos con manejos adecuados de la fertilización.
Sin embargo, Bassi alentó que “hay un paulatino aumento del área fertilizada de soja, y es un progreso que queremos destacar, aunque en dosis de ‘arrancador’”. De una encuesta realizada recientemente por Fertilizar AC, entre 700 productores que hacen soja de primera en la región pampeana, surgió que fertilizaría el 74% de la superficie sembrada.
En ese mismo relevamiento, el 12 % de los productores manifestaron realizar una fertilización anticipada con dosis altas de fósforo y azufre. “Son aquellos productores que innovan y apuntan a dosis de reposición, ajustando el momento de la aplicación. Esta es una estrategia que venimos difundiendo hace muchos años desde Fertilizar”, agregó
Bassi.
Estrategias de fertilización para acortar brechas de rendimiento El coordinador técnico de Fertilizar AC, Andrés Grasso, presentó información de los ensayos de la entidad sobre los efectos de las estrategias de nutrición en soja sobre el rendimiento, en el contexto de un deterioro en la disponibilidad de nutrientes en el suelo en casi toda la región agrícola de Argentina. “En 7 campañas, la disponibilidad de fósforo (P) cayó de 23 partes por millón (ppm) a 16 ppm en 2018. El deterioro de la calidad de los suelos por pérdida de nutrientes nos obliga a ser más precisos con el diagnóstico y posterior manejo de nutrientes, ya que los cultivos están desarrollando en ambientes más limitados”.
En el caso de la soja, a nivel foliar “casi 5 de cada 10 plantas manifiestan niveles limitantes de fósforo; en el caso de azufre, 3 presentan deficientes a nivel de sus tejidos foliares. Incipientemente también aparece la deficiencia de potasio, especialmente en el Litoral”, apuntó Grasso. El nitrógeno y el zinc también estarían afectando los rendimientos, aunque en el primer caso es la adecuada e indispensable inoculación la que nos proveerá el nutriente.

“El suelo es un sistema dinámico que se deteriora y afecta directamente la producción de los cultivos”. En este orden advirtió: “el rendimiento promedio de soja a nivel país está estancado desde hace años y uno de los factores que mejor explica esta situación es la provisión deficiente y desbalanceada de nutrientes”.
Atento a esta situación, FERTILIZAR AC cuenta con una red de ensayos en 8 localidades con rotaciones que incluyen soja y evalúan la situación de las diferentes estrategias de nutrición a escala y en campo de productor. Allí se contraponen: un lote testigo, otro con el manejo habitual del productor y 2 más, que, considerando como punto de partida el diagnóstico de suelo, uno busca lograr rendimientos promedios y el otro busca explorar altos rendimientos.
“Después de 4 campañas vimos que el productor, con su manejo actual solamente logra mejorar en un 7% al tratamiento testigo, esto es muy poco respecto a lo que podríamos lograr. Pero si comparamos ese productor con otro que sí realiza análisis de suelos y que apunta a producir más rendimiento y contempla aplicación de P y S y hasta micronutrientes, la diferencia es de un 15% de rendimiento, que en kilos son unos 630 en promedio. Esto es habernos quedado a mitad de camino, esto es haber perdido la oportunidad de ser mejores en rendimiento y en sustentabilidad.”
El coordinador técnico de Fertilizar AC compartió algunos resultados de la Red del grupo de investigadores de la Universidad Católica Argentina (UCA) y la Red Ridzo CREA Zona Oeste, que también reflejan las evidencias generales del aporte de las diferentes estrategias de fertilización a la producción de soja. “Los resultados son generalizados y contundentes, de esto ya no hay dudas”, destacó.
En cuanto al análisis económico, el ingeniero agrónomo se enfocó en la pérdida de rentabilidad: “en el primer escenario de mejora (hacer diagnóstico de suelos y fertilizar en busca del rendimiento objetivo promedio), se están perdiendo alrededor de entre 45 dólares por hectárea (U$D/ha) de ganancia y cuando se apunta a rendimientos altos, la diferencia es cercana a los 80 U$D/ha”. Además de generar rendimientos y aumentos de rentabilidad, las correcciones en la estrategia de fertilización redundan en la mejora del suelo, “El fósforo se está recuperando en 1 a 1,3 ppm disponible. Logramos además balances positivos del nutriente que recuperan y mejoran el ambiente”.
“Reforzando los diagnósticos, entendiendo cómo funcionan los sistemas y pensando en mejorar los rendimientos, tenemos que rever la forma de decidir la dosis de fertilizantes en soja”, concluyó.
Recomendaciones de manejo
En el encuentro, los directivos de FERTILIZAR AC se refirieron a los paquetes nutricionales y formas de aplicación. En cuanto al nitrógeno, se destacó que es nutriente fundamental, se provee a través de la inoculación de la semilla con las bacterias capaces de capturar el N atmosférico y ponerlo disponible al cultivo, “es sin dudas la mejor fuente de N y la más eficiente y económica”. Respecto del fósforo, se sugiere realizar un análisis de suelo para conocer la disponibilidad y hacer aplicaciones divididas para dosis altas. Las dosis de reposición no son factibles aplicarlas en la línea de siembra y es en este punto donde cobra mucha relevancia el momento y la forma de aplicación. Se destacó
que los productores están mejorando este manejo y aplican dosis anticipadas de P al voleo o bien modifican la sembradora para que parte del fertilizante caiga en el entre surco de la línea de siembra. En una buena estrategia de fertilización no pueden faltar entre 10 a 12 kg/ha de azufre y no subestimar ni limitar la disponibilidad de este nutriente que venga en las mezclas. Hay que asegurar la disponibilidad de S. Respecto a los micronutrientes, para el zinc, el cuarto nutriente, se sugiere realizar un análisis de suelo y para el boro, un diagnóstico por ambientes. Para la aplicación de potasio, se recomienda realizar un análisis de suelo y conocer la situación de cada zona.
La palabra de un productor y asesor: “La soja necesita buena nutrición” El Ing. Agr. Máximo Uranga, MSc, productor y asesor agropecuario, dio una charla práctica sobre la estrategia de fertilización en sus planteos. Contó el manejo que lleva adelante en 3.600 hectáreas que produce en campos arrendados de la zona núcleo y en las 20.000 hectáreas que asesora en la región núcleo y en Entre Ríos, siempre con un esquema de rotaciones.
“Está el mito de que, si hay rotación, no hace falta fertilizar a la soja, pero no es así: la soja responde muy bien a los esquemas de nutrición”, anticipó. “Hay que hacer foco en el sistema, no en el cultivo”.
Uranga expuso el manejo que realiza por ambientes, teniendo de base la situación de la profundidad de la napa de agua de cada lote. Cuando está cerca de la superficie (entre 1 y 2,5 m) se trata de un lote de muy alto potencial y alta estabilidad, al que denomina ambiente A, en donde hace un manejo de rotación estricta (33% trigo, 33% soja, 33% maíz, ó 50% y 50% trigo-soja y maíz).
En este ambiente más favorable, realiza una fertilización de reposición con los siguientes objetivos: mantener el nivel de fósforo en el suelo en 18-20 ppm; aplicar nitrógeno en el nivel óptimo según la relación de precio (en el caso del maíz, la campaña 19/20 concretó un ajuste a 230 kg; y en el caso del trigo se aplicaron 170 kg apuntando a un buen nivel de proteína); aplicar 14-16 kg/ha de azufre en trigo y maíz y 10-12 kg/ha en soja de primera (“No se discute la aplicación de azufre en zona núcleo”); aplicar 1,5 kg/ha de zinc en maíz.
En este tipo de ambientes, señaló la importancia de “no correr riesgos de fitotoxicidad, la soja es sensible y además afecta la nodulación”. Comentó que aplica la mayor cantidad posible de mezcla de fósforo y azufre, según sembradora. “En las que tienen doble fertilización u opción de fertilización “para fina”, el fertilizante en esas boquillas va al voleo. Generalmente 50 kg/ha junto a la semilla y 50-70 en la boquilla al voleo. Si las cantidades no alcanzan para reponer la extracción se compensa en los cultivos posteriores (trigo)”. También expresó que se hace análisis de suelo siempre antes de trigo y de maíz, así se va monitoreando.

En ambientes con la napa a más de 2,5 metros, a los que llama ambiente B, se mantienen las rotaciones (generalmente un tercio de cada uno y en algunas situaciones, se pueden usar cultivos de servicio o verdeos) y también el criterio es de fertilización balanceada “apuntando a un balance de carbono neutro”.
“La soja se fertiliza con estrategia de suficiencia”, para lo cual apunta a “15-18 ppm fósforo en suelo”, en muchos casos haciendo una reposición; en nitrógeno, volvió a emplear el criterio de ajuste de nivel óptimo según la zona y la relación de precio en maíz y trigo; en azufre aplica 14-16 kg/ha en trigo y maíz y 10-12 kg/ha en soja de primera (Córdoba y Santa Fe) y 7-8 kg/ha en trigo y maíz en Entre Ríos; y en zinc, 1 kg/ha en maíz.
“En estos ambientes los análisis de suelo, se hacen antes de trigo y maíz. Con los años y un manejo estabilizado sabemos que niveles tienen”, compartió Uranga.
“Aplicamos mezclas P-S en zona núcleo y MAP en Entre Ríos. Si las necesidades son mayores a la cantidad posible de aplicar en línea de siembra sin generar fitotoxicidad, se aplica afuera de la línea al voleo con la misma sembradora”.
“En el este de Entre Ríos estamos empezando a tener deficiencias de potasio, por lo que este es el primer año que vamos a realizar aplicaciones al voleo de cloruro de potasio”, concluyó.

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