Estudios realizados entre el INTA, la Universidad de Río Cuarto y Fertilizar demuestran que el uso apropiado del fósforo permite aumentar los rindes.

En el cultivo de soja el área fertilizada alcanza el 62% de la superficie sembrada, con dosis bajas a medias, que no cubren la extracción de nutrientes por parte del cultivo. En la mayor parte de las 19 millones de hectáreas de soja cultivadas en la Argentina, el balance entre el aporte y consumo de nutrientes es negativo y explica gran parte del empobrecimiento que han tenido los suelos en la última década.

Cubiertas las necesidades de nitrógeno por el proceso de fijación biológica, el fósforo y el azufre (que inciden en la nodulación) son los principales nutrientes que limitan la productividad del cultivo de soja.

Un informe elaborado por los ingenieros Matías Saks y Manuel Bermúdez, a partir de ensayos realizados por Fertilizar, destaca que la aplicación de fósforo en cantidades que permitan cubrir los requerimientos de extracción generó un aumento muy importante en los rendimientos y los niveles residuales de fósforo extractable en el suelo.

“La aplicación de fertilizante en el momento de la siembra tiene algunas ventajas, pero no es operativa para lograr las altas dosis requeridas por el cultivo. Las aplicaciones anticipadas en superficie son una alternativa de manejo de la fertilización con fósforo por no presentar riesgos sobre la implantación, permitiendo aportar mayores dosis del nutriente”, destacan los autores.

Con el objetivo de evaluar distintas estrategias de fertilización fosforada e incrementar la productividad de soja en secuencias continuas SojaSoja, Fertilizar AC junto con instituciones como INTA y la Universidad Nacional de Río Cuarto están conduciendo una red de ensayos de fertilización a largo plazo. En distintos lugares representativos de la región pampeana (9 de Julio y Ferré Buenos Aires; Carcarañá Santa Fe, y Río Cuarto Córdoba) se establecieron cinco tratamientos de manejo de la fertilización con fósforo. Las dosis de fósforo (P) aplicadas para evaluar el rendimiento de Soja fueron: testigo, arrancador de 8 a 15 kg de P ha y dosis alta de P de entre 25 y 29 kg de P/ha. La aplicación de la dosis alta se realizó de tres formas diferentes: toda la dosis como arrancador a la siembra; toda la dosis en el invierno durante el barbecho y la dosis fraccionada 70% en el invierno y 30% con la sembradora. Todos los tratamientos, incluido el testigo, fueron fertilizados con altas dosis de azufre para comprobar que este nutriente no era limitante. Además se utilizaron semillas inoculadas .

En tres años de ensayos los resultados muestran que la aplicación de una dosis de base de arrancador a la siembra semejante a la práctica más común de fertilización logra un incremento de rindes de 186 kg/ha. Esta respuesta es rentable para el productor y genera ingresos superiores a los costos, pero estas dosis no alcanzan para lograr los máximos rindes.

“Encontramos una respuesta muy importante a las dosis altas; se demostró que la dosis modal aplicada por los productores limita los rindes. Las mayores respuestas se lograron con la dosis alta de fósforo y la aplicación dividida, 70% anticipada al voleo en superficie y 30% como arrancador a la siembra”, afirma el trabajo. Esta estrategia de fertilización generó una respuesta promedio en todos los sitios de la red, de 949 kg/ha. Logró ser una práctica rentable que además permite mantener el balance de fósforo del suelo

Impacto positivo
Resultados
» La fertilización propuesta no sólo tuvo un impacto en rendimiento. Si tenemos en cuenta los precios relativos actuales, la fertilización con altas dosis tuvo retornos económicos mayores al 100%. El suelo además, terminó con una ganancia en el fósforo disponible lo que representa un aumento de capital por hectárea de 60 a 150 dólares por hectárea durante los tres años en los que se extendió el ensayo.

Estos cálculos por hectárea pueden ser extrapolados a nivel nacional basándose en la información de los actuales mapas de suelo. Si se aplicara esta tecnología al ciento por ciento de los suelos con niveles por debajo del umbral, se generaría un aumento de producción de soja del orden de las 4,2 millones de toneladas anuales y un aumento en el consumo de fertilizantes de 610.000 toneladas al año, según las estimaciones.

Fuente: La Nación