Artículo publicado en la Revista Fertilizar N°29 año 2014
Autor: Gustavo N. Ferraris y Pablo Traficante ferraris.gustavo@inta.gob.ar
Introducción: La soja es capaz de mantener rendimientos elevados en condiciones de baja fertilidad, pero por otra parte presenta mayores requerimientos de nutrientes que los demás cultivos producidos en la región pampeana. El fósforo (P) es el nutriente al que se han observado respuestas de mayor magnitud en este cultivo y se cuenta con una metodología precisa para su cuantificación en los suelos pampeanos con el método Bray 1. Para la región pampeana, se ha determinado que la respuesta aumenta cuando la disponibilidad de P en el suelo disminuye, o cuando su nivel en el suelo es inferior a un rango de 12 a 16 ppm. Estas calibraciones fueron realizadas en experimentos de una campaña de duración, mediante aplicación de fertilizantes localizados en bandas al momento de la siembra. Sin embargo, ha sido menos estudiado el comportamiento del cultivo cuando se realizan aplicaciones anticipadas a la siembra, o estrategias combinando fertilización anticipada y a la siembra. Por otra parte, es necesario cuantificar los efectos residuales de la fertilización sobre el nivel de P en suelo, y la productividad de los siguientes cultivos de la rotación. La aplicación de P en cantidades mayores a las exportadas con los granos sería adecuada para mantener o incrementar tanto la productividad como los niveles de P extractable en el suelo. Númerosos estudios analizan el comportamiento de soja, en relación con los niveles de P y la fertilización con este elemento, mayormente desarrollados en secuencias con otros cultivos en rotación. Sin embargo, son escasos los estudios que consideran este análisis en sistemas continuos de soja, situación muy frecuente en los planteos productivos en la región pampeana. En general, se observa que la fertilización con P en bandas próximas a la línea de siembra podría significar una mayor eficiencia de aprovechamiento del nutriente, pero en dosis limitadas para el cultivo por el riesgo salino de fitotoxicidad en contacto directo entre fertilizantes y semillas. Las aplicaciones en superficie son una alternativa de manejo de la fertilización con P, tanto por no presentar riesgos sobre la implantación, permitiendo aportar mayores dosis del nutriente, como por razones logísticas, mejorando la operación de siembra. Este trabajo expone los resultados de cuatro años de un ensayo de larga duración, destinado a evaluar estrategias que difieren en cuanto a dosis, momento y forma de localización. Su objetivo fue evaluar los rindes de soja según la dosis y el momento de la fertilización fosfatada en suelos francos en el medio-oeste de Buenos Aires. Se asume que: 1. La soja responde a la fertilización fósforo-azufrada del cultivo. 2. La eficiencia de uso de P y azufre (S) no se modifica cuando se realizan aplicaciones anticipadas y/o combinando aplicaciones anticipadas y a la siembra, con respecto a la forma tradicional de aplicación de los fertilizantes a la siembra. 3. El incremento en la dosis total de fertilizante aplicado se traduce en aumentos en el rendimiento de los cultivos. 4. La dosis de P y S aplicados afectan la disponibilidad final del nutriente en el suelo, dejando P y S residual para los próximos cultivos de la secuencia. Conducción del experimento El ensayo se conduce en la localidad de Ferré, sobre un suelo serie Rojas, de Clase I de muy buena productividad. Durante cuatro campañas, desde 2010 hasta la última en 2013, la soja se sembró inoculada con cultivares de alto potencial y en la ventana de fecha de siembra óptimas. El ensayo incluyo seis tratamientos, cuatro de manejo de la fertilización de P, un testigo sin P y un testigo sin S. en los tratamientos con P éste se aplicó como Superfosfato Triple y los tratamientos con S se usó 100 kg de yeso/ha (18 kg de S/ha). El ensayo tenía un diseño en bloques completos al azar con cuatro repeticiones (Tabla 1). Además de los rendimientos, se evaluaron otras variables tales como verdor del follaje (clorofilómetro Minolta-Spad), cobertura, materia seca total, concentración de N, P y S en los granos. También, en el suelo de cada parcela se evaluó el contenido de P y S disponibles. Rendimientos obtenidos La respuesta al tratamiento “arrancador” fue la más baja, pero también era la que incluía la menor dosis de P (Figura 1). Por el contrario, los tratamientos de reposición muestran incrementos mayores de los rendimientos en relación al testigo. Una brecha creciente entre suficiencia y reposición es esperable, puesto que mientras en los primeros el fertilizante aplicado es inexorablemente retirado con los granos de cosecha, en los segundos hay una mejora creciente en los niveles de fertilidad. Si bien las cantidades aplicadas superan ampliamente a lo estrictamente extraído y exportado de P. Por otra parte, la respuesta a S, derivada del contraste entre los tratamientos 5 y 6, es de alrededor de 500 kg/ha acumulado en los cuatro años. Respecto de la localización, la tendencia central marcó un mejor comportamiento de los tratamientos que combinaron una aplicación anticipada y localizados a la siembra. Los tratamientos de aplicación totalmente a la siembra o totalmente anticipados tuvieron una menor performance.