Artículo publicado en la Revista Fertilizar Nº30 año 2015

Autor: Agustina Branzini

<p style=»text-align: justify;»>Introducción: Contaminación y su mitigación Dependiendo de la fuente de contaminación, los metales pesados (MP) introducidos al suelo por actividades antrópicas, pueden encontrarse como mezclas de tres a cinco elementos, y en muchos casos, quedar disponibles simultáneamente (Gomes et al., 2001). A su vez, la distribución de los MP en las distintas fracciones del suelo contaminado está determinada por las diferentes reacciones químicas y/o biológicas que ocurren en el mismo. Mediante reacciones de sorción, precipitación y complejación, el suelo retiene a los metales, reduciendo de esta manera, tanto su movilidad como su disponibilidad (Perez de Mora et al., 2005). Sin embargo, estos procesos de atenuación natural ocurridos en los suelos contaminados no son ilimitados, y por eso es importante complementar estos procesos con la implementación de estrategias de remediación, como por ejemplo la aplicación de enmiendas orgánicas e inorgánicas (Mench et al., 2006). La inmovilización química in situ es una estrategia de remediación con baja relación costo-efectividad, la cual estabiliza los MP en el suelo contaminado al minimizar sus formas móviles, mediante procesos que incluyen la adsorción en la superficie de minerales, la formación de complejos estables con ligandos orgánicos, precipitación e intercambio iónico (Cao et al., 2009). Generalmente, además de reducir la disponibilidad de los MP, estas técnicas de bajo costo, mejoran la fertilidad física, química y biológica del suelo e incrementan el desarrollo vegetal (Clemente et al., 2006). Por un lado, dentro de las enmiendas orgánicas, los compost de diversos orígenes y por el otro las inorgánicas donde se encuentran los fertilizantes fosfatados.</p>

 

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