Artículo publicado en la Revista Fertilizar Nº20 año 2011
Autor: Ricardo Melgar. INTA Pergamino.
Introducción: La producción de cultivos está largamente profesionalizada en estos días. Una parte de la superficie afectada a la producción son propiedades de dueños únicos, pequeños o grandes que en general hacen las rotaciones y prácticas de conservación de suelos apropiadas, incluyendo la fertilización. Pero otra parte, una superficie significativa en realidad, está con su administración tercerizada bajo diferentes formas (pooles de siembra) o bajo la forma de contratos accidentales de una o dos campañas de eventual renovación. El proceso de negociación alrededor de un arrendamiento puede ser un proceso complejo y difícil. Al propietario le preocupa el cuidado de su tierra, mantener la productividad futura así como su renta anual y sobre todo el cumplimiento del contrato. Al arrendatario le interesa el acceso y la permanencia en la propiedad además de que el precio a pagar este en línea con sus objetivos de producción y expectativas de resultados. En algunos casos, las negociaciones sobre los valores son tan ásperas que ambos lados evitan tocar otros temas que los puedan llevar a mayores desacuerdos. Inclusive aún cuando las relaciones sean afables, las partes pueden vacilar en introducir ideas que puedan causar conflictos. Como resultado, la mayoría de los contratos no le dan la importancia necesaria al tema de la reposición de nutrientes, y las clausulas son ambiguas, lo que lleva a que se continúen esquemas convencionales y mezquinos de fertilización, aun cuando ambas partes estarían interesadas en introducir prácticas más sustentables. No solo de fertilización, sino de rotaciones con maíz, trigo u otras gramínea, mejor control de malezas, introducción de estructuras de control de erosión u otras necesarias para conservar la calidad del sitio. Al contrario de países con robustas políticas agropecuarias de largo plazo, en el país se da una combinación negativa de factores que resulten en mayor uso de nutrientes. Cualquier estado del Corn Belt americano en un año cualquiera tiene aproximadamente la misma proporción sembrada con soja que con maíz, ya que al productor sea propietario o arrendatario lo resulta casi neutra la siembra de uno u otro. Ahí también la soja se fertiliza mucho menos cantidad que el maíz ya que la soja puede aprovechar mejor la fertilidad residual y la eficiencia de uso de una fertilización anual es mayor en el maíz que en la soja.