En el cierre de la primera jornada del “Simposio Fertilidad 2017”, que organizan Fertilizar Asociación Civil y el IPNI Cono Sur, bajo el lema «Más allá de la próxima cosecha”, con la presencia de alrededor de 900 personas y 1.000 vía transmisión on line, cuatro especialistas explicaron cómo aplicaron la tecnología al manejo por ambientes en diferentes regiones de la Argentina y en Uruguay. El panel se llamó Volver al futuro.
El ingeniero agrónomo de la FAUBA, Pablo Calviño, quien asesora campos en el sudeste de Buenos Aires comentó el ensayo que llevó a cabo en Tandil –provincia de Buenos Aires- con el grupo CREA para medir variabilidades de rendimientos significativas en lotes que eran similares.
La primera cuestión que se analizó fue la profundidad del suelo, una situación que «castiga» al maíz más que a la soja y el trigo. La segunda fueron las heladas porque se dan en forma muy diferente según se trate de una loma, media loma o bajo. La tercera cuestión fue determinar la profundidad de la napa freática.
Con esos estudios definieron nuevos ambientes: con napa y sin napa, con napa pero con pendiente, lomas húmedas y lomas secas. «Después, pusimos cada cultivo en su mejor ambiente y los manejamos con la tecnología ideal«.
A partir de estos planteos, Calviño detalló que «la renta agrícola aumentó el 96% respecto del manejo tradicional, y en 85% de los casos la diferencia por manejo de ambiente era mayor a 1.000 kilos de rendimientos«.
«Esto nos mostró que no sólo hay que modificar el ambiente por loma, media loma o bajo, sino modificar la tecnología porque el cultivo es diferente aunque se llame trigo en todo el campo», concluyó.
Por su parte, Gustavo López, asesor privado que trabaja en el centro de Santa Fe donde, describió la diferencia principal de rendimientos se da por el perfil del suelo y en donde las cuestiones químicas tienen una incidencia menor y no presentan mayores limitantes.
En un ensayo sólo con maíz se determinaron tres ambientes pero se varió la densidad de siembra y la cantidad de fertilizante aplicados. «Así se logró que el margen bruto, incluso en el ambiente de peor calidad, fuera mayor que en el testigo«, señaló.
Para López, la agricultura de precisión implica «definir toda la tecnología y adaptarla a cada ambiente con diferentes protocolos para cada uno, según grupos de madurez, híbridos, rotaciones y cultivo de cobertura, nutrición balanceada y fecha de siembra. Es decir que hay que hacer agronomía básica».
El ingeniero agrónomo Máximo Uranga asesora en el sudeste de Córdoba, en suelos clase 1 de Marcos Juárez pero donde comenzaron a sufrir el incremento del nivel de las napas freáticas. «El promedio de lluvias se mantiene pero las napas siguen una tendencia en crecimiento».
Uranga determinó tres ambientes a partir del nivel de agua subterránea: el Ambiente A con las napas de 1 a 2,5 metros de profundidad, en donde propone trabajar con rotación estricta, balance de carbono positivo y fertilización de reposición; el Ambiente B que corresponde a suelos «argiudioles típicos», de muy alto potencial pero de estabilidad media, para los cuales también propone rotaciones estrictas (33% trigo, 33% soja y 33% maíz); balance de C neutro y fertilización con criterio de suficiencia. «Es un buen ambiente pero las diferencias con el A aparecen: éste rindió 7% más en soja; 2% en trigo, pero con diferencia en proteínas y hasta 17% en maíz«, remarcó.
En tanto que en el Ambiente C, con napas a menos de un metro de la superficie, su recomendación fue simplemente «acertar el momento en que no se encharca«.
En resumen, Uranga propuso a los productores «aprovechar el Ambiente A, cada uno tiene que buscarlo en su campo y con él tiene que lograr su techo de producción»; también dijo que hay que incluir siempre el trigo y el maíz en la rotación porque son cultivos que consumen agua de la napa.
La presentación de Ricardo Echezarreta, un productor de Uruguay, que maneja unas 7.000 hectáreas de soja maíz y sorgo cerró el panel. «Nos empezamos a preocupar por el ambiente en 1996 tratando de mejorar los lotes malos con fertilización, pero al poco tiempo nos dimos cuenta de que lo que había que hacer era potenciar las zonas buenas«. A partir de esa premisa comenzaron a hacer fertilizaciones variables sólo en las zonas en donde iba a haber respuesta.
«La promoción de la agricultura de precisión dice que implica un ahorro, pero no es así: hoy gasto más pero produzco más», discutió Echezarreta. También cuestionó la afirmación de que con la APP se puede manejar el campo desde el teléfono. «Hay que estar en la chacra, ir y mirar todos los problemas que podamos tener«, sentenció.