Artículo publicado en la Revista Fertilizar Nº25 año 2013
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Introducción: Leguminosas forrajeras como la alfalfa tienen requerimientos de boro relativamente altos. En los últimos 20 años, la producción de alfalfa en la región pampeana aumentó por lo menos un 40%, y en consecuencia la tasa de extracción aumentó en proporción, así como la exportación en el forraje del boro de los suelos. Las necesidades y la exportación de boro por un cultivo de alfalfa son de unos 0.45 kg B/t y 0.35 kg de B/ha respectivamente para rendimientos de 15 t/ha.
La alfalfa es uno de los cultivos más sensibles a la deficiencia de boro. Mientras que en las pasturas de gramíneas el requerimiento de boro es menor, los de otras leguminosas forrajeras se sitúan en un punto intermedio. Aún en los mismos sitios es raro ver deficiencias en maíz o en soja ya que esos cultivos tienen bajos requerimientos de boro en comparación con la alfalfa. A medida que las mejoras del manejo mejoran los rendimientos de la alfalfa, la velocidad de extracción de boro del suelo aumenta, y la posibilidad de caer en la zona de deficiencia también. La deficiencia de boro en la alfalfa es más común en suelos arenosos con bajo contenido de materia orgánica. En el relevamiento de micronutrientes realizado por el INTA, el porcentaje de MO fue la variable del suelo que más correlacionó con el contenido de B seguido por el pH, y en ambos casos la disponibilidad de boro aumentó con el incremento de estas dos variables. Muchas veces la deficiencia de boro aparece durante condiciones de sequía, debido a que la falta de agua reduce la capacidad de la materia orgánica para liberar boro. Por otra parte, la menor tasa de transpiración —una respuesta de la planta ante condiciones de stress hídrico— disminuye la absorción, dado que el nutriente se absorbe principalmente por el mecanismo de flujo masal con el agua de transpiración. En el campo, las áreas deficientes de boro aparecen en manchones con un color bronceado del follaje y con plantas de un aspecto achaparrado, donde los entrenudos en los tallos se muestran acortados. Los síntomas de deficiencia de boro pueden confundirse fácilmente con decoloración de las hojas causada por otros factores. En la identificación de la deficiencia de boro, hay que tener en cuenta que la decoloración de la hoja se produce solo en la parte superior de las hojas de la planta y la superficie entera de estas hojas se decoloran, o se vuelven rojo amarillentas o rojizas. Las hojas inferiores continúan siendo verdes. Esto es debido a que el boro, una vez integrado en la estructura de las hojas en la parte inferior no puede moverse a resolver una escasez del nutriente para el desarrollo de nuevas hojas. Es decir, el boro no se transloca dentro de la planta de alfalfa ya que es un nutriente inmóvil y como resultado de la deficiencia, los síntomas: hojas con tonos amarillo-rojizos aparecen en la parte superior como parte del crecimiento nuevo (Figura 2) mientras que las hojas más viejas permanecen verdes. Síntomas similares pueden ser producidos por el daño de insectos, produciendo con frecuencia diagnósticos errados que se confunden con la deficiencia de boro. Una forma sencilla de separar los dos problemas es buscar las flores. Si el problema es causado por insectos, la alfalfa florece, mientras es poco probable que haya floración si hay deficiencia de boro. La floración es reducida grandemente y las flores caen sin formar semillas en situaciones limitantes. Además, la deficiencia de boro impacta negativamente en el desarrollo celular de las plantas de alfalfa, resultando en entrenudos más cortos y agrupamiento de las hojas superiores. Se forman numerosas ramas cortas en la parte superior de la planta. Si la deficiencia es severa, los puntos de crecimiento mueren.
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