Martín Díaz-Zorita1, Nicolás Rouillet2 y Andrés Grasso2
1Facultad de Agronomía UNLPam y DZD Agro SRL, 2 Fertilizar AC
La soja, en gran parte del área agrícola de la Argentina, es el cultivo predominante, alcanzando aproximadamente 16 millones de hectáreas, con una creciente proporción del área en siembras de segunda. En los últimos años, los cultivos de segunda pasaron de representar menos del 25% a algo más del 35% del área sojera. En las siembras de primera se esperan, en general, rendimientos superiores a los de los cultivos de segunda, atribuyendo esta diferencia principalmente a factores ligados a la mayor duración del ciclo y mejores condiciones de radiación y temperatura para el crecimiento y la producción. Sin embargo, el manejo de los nutrientes podría ser otro de los elementos que aportan a las diferencias en rendimientos.
En general, el área agrícola Argentina muestra aumentos sostenidos en la frecuencia de lotes con limitaciones de nutrientes para el crecimiento normal de varios cultivos, incluyendo la soja. El fósforo es el nutriente más importante para la nutrición de soja. Su disponibilidad ha bajado considerablemente, a causa de un balance negativo sostenido en el tiempo. En la actualidad, se considera que en términos globales solo se repone algo más de un 40 % del nutriente extraído por las cosechas. Por ejemplo, los niveles medios de fósforo extractable de suelos agrícolas pampeanos entre el 2011 y el 2018 disminuyeron de aproximadamente 23 ppm a menos de 16 ppm. Este comportamiento se atribuye, en parte, al logro de mayores rendimientos y la aplicación en dosis insuficientes de fertilización. Al recopilar abundantes estudios de fertilización con fósforo en soja, Adrián Correndo y colaboradores, concluyen que si los valores de fósforo extractable de la capa de 0 a 20 cm de los suelos son inferiores a las 12 ppm los rendimientos alcanzables son inferiores al 90 % del rendimiento a lograr en ese sitio de cultivo. Al considerar este nivel de referencia, y a partir del estudio de análisis del estado de fertilidad de los suelos de la región coordinado y desarrollado por el INTA junto a Fertilizar AC vemos que más del 70 % de los lotes a cultivar con soja presentan niveles insuficientes de fósforo. En respuesta a esta situación, una alta proporción de los cultivos de primera son fertilizados con fuentes fosfatadas, no así en el caso de los de segunda en los que se espera de la contribución residual aplicada en el antecesor.
- Fig. Correndo
Aportes relativos de la fertilización con fósforo a los rendimientos de soja (Adaptado de Correndo y col., 2018)
Cambios en la distribución espacial del fósforo extractable en suelos agrícolas (Sainz Rozas y col., 2019)
El nitrógeno es otro de los elementos a considerar en los planteos de nutrición de todos los cultivos agrícolas argentinos. La oferta de este nutriente en los suelos es insuficiente para sostener condiciones normales de crecimiento y eficiente uso de otros recursos productivos. La soja es una leguminosa que en simbiosis con microorganismos específicos cubre parte de sus requerimientos de nitrógeno. Casi el 80% del área sojera es anualmente inoculada con rizobios aplicados principalmente en tratamientos de semillas, práctica que explica en promedio casi el 8% del rendimiento alcanzado por los cultivos. Resultados de la evaluación de más de mil estudios realizados desde el 2001 al 2018 muestran que este aporte es equivalente al menos 218 kg/ha.
Producción de soja según tratamientos de inoculación con rizobios en lotes con antecedentes de soja. Resultados de 1143 ensayos (Adaptado de Perticari y col. 2019)
También son crecientes las restricciones en el normal abastecimiento de azufre. Este nutriente se conserva y cicla desde la materia orgánica de los suelos y su principal ingreso en suelos agrícolas es al fertilizar con este elemento. Por lo que, la implementación de programas desbalanceados de nutrición incrementan su menor oferta para los cultivos que se acrecientan en condiciones de restricciones al crecimiento que también afectan a la provisión desde el suelo.
En las últimas 6 campañas agrícolas, bajo la coordinación de Fertilizar AC y con la participación de investigadores y extensionistas de universidades, INTA y otras organizaciones, se desarrollan estudios comparativos de estrategias para el manejo de la nutrición de cultivos en gran parte del área agrícola de la Argentina. Estos planteos contemplan el análisis de la aplicación de prácticas frecuentes en cada cultivo región comparado con la condición sin fertilizar y con niveles crecientes de nutrición que atienden a ajustes en el diagnóstico de limitaciones y expectativas específicas de los sitios de cultivo procurando recomendaciones balanceadas y reposición de nutrientes especialmente fósforo.
En el caso particular de soja, la estrategia de fertilización sobre planteos solo de inoculación explica mejoras del 19 % en cultivos de segunda y del 21 % en los de primera. En ambos cultivos, la decisión de fertilización balanceada aplicada al sembrar para altos rendimientos mostró consistentemente los mayores rendimientos. En el caso de la producción de soja de segunda con la aplicación de fertilizantes en el antecesor (efecto residual) podemos validar que si bien permite alcanzar mayor producción es insuficiente para sostener altos rendimientos.
Rendimientos relativos de soja según estrategias de fertilización. Promedio de 19 casos de cultivos de primera y 12 de segunda (Adaptado de Fertilizar AC, 2022).
La práctica actual de fertilización en soja de primera, aplicación de dosis moderadas de fuentes con fósforo, explica el logro de unos 200 kg/ha de granos. Al aplicar mayores dosis de fósforo balanceadas con aportes de azufre en dosis crecientes según requerimientos para rendimientos medios (3400 kg/ha) a altos (3800 kg/ha) los aportes son de entre 468 y 767 kg/ha respectivamente. En soja de segunda es frecuente no fertilizar y se observan respuestas de unos 234 kg/ha derivados de la fertilización aplicada en el cereal de invierno antecesor. En cambio, al aumentar la expectativa de rendimientos, al fertilizar en la siembra de soja de segunda se logra aumentar la contribución a los rendimientos hasta casi 500 kg/ha. Esta mejora también se observa solo cuando la fertilización en el antecesor fue de planteada, con la aplicación balanceada de nitrógeno, fósforo, azufre y microelementos, para alcanzar altos rendimientos.
Promedio de respuestas a estrategias de fertilización en producción de soja (kg/ha)
Dosis y eficiencia de uso del fósforo aplicado según estrategias de fertilización de soja
Tanto al fertilizar en soja de primera como en la de segunda, los aportes de fósforo ajustados a expectativas medias de rendimientos muestran la mayor eficiencia de aprovechamiento del nutriente. Esta mejora es en valor absoluto mayor en los cultivos de segunda, mientras que la contribución en ajuste de la dosis tiene una contribución relativa mayor en los de primera. En ambos casos, y considerando la aplicación de fosfato monoamónico o fuentes equivalentes de fertilización son superiores a las relaciones actuales e históricas de precios de fertilizantes y producción de soja.
En síntesis, en la incorporación de tecnologías para el uso eficiente de los recursos productivos disponibles, nutrir la soja es una práctica indispensable para establecer. Los aportes de nitrógeno se cubren satisfactoriamente al aplicar adecuadamente inoculantes con rizobios mientras. La corrección de limitaciones de fósforo mejora el crecimiento integral de los cultivos y la respuesta a sus aportes aumenta con las dosis aplicadas en el cultivo y al plantear estrategias de nutrición balanceada con azufre.